Las personas mayores son las custodias de la historia, la cultura y las enseñanzas que la juventud necesita para crecer y desarrollarse. La agresión sufrida por un anciano, el pasado 9 de julio, a manos de unos jóvenes, es una de las formas más infames de violencia, pues nuestros mayores merecen cuidado, respeto y gratitud.
Da igual el origen, la orientación o las creencias de la víctima y de los agresores, porque en cualquier caso es un ataque a la dignidad y la memoria de los pueblos y, por tanto, es digno del más firme repudio que debe ser condenado sin ambigüedades.
A raíz de este cobarde e injustificable acto, perpetrado según parece por unos jóvenes marroquíes, se ha viralizado una grabación de otra agresión a un anciano sin hogar por parte de jóvenes españoles, haciéndola pasar por la agresión de Torre Pacheco. La basura nazi y fascista de este país la ha utilizado para sus fakenews, junto con muchas otras falsedades, con el fin de vincular inmigración con delincuencia.
La misma basura nazi y fascista que considera a los pensionistas una lacra social porque son uno de los “problemas más serios” del gasto público, ahora nos quiere hacer creer que le importa algo lo que le han hecho a este anciano. Sin embargo, le importó una mierda que un anciano de 71 años (taxista en activo) fuese agredido el verano pasado por tres policías alemanes en Petra (Mallorca). Claro, ellos son rubios con ojos azules, no como otros, y ni siquiera saben que muchos murcianos tienen una herencia genética que incluye ancestros árabes y bereberes de la época de Al-Ándalus.
El vídeo del anciano sin hogar apaleado por autóctonos, que nada tiene que ver con la agresión de Torre Pacheco, y la multitud de bulos que han corrido por las redes, han servido para dar un salto cualitativo en la estrategia de los nazis y trasladar sus discursos de odio a las calles con agresiones a personas inmigrantes, al más puro estilo de los Squadristi de Mussolini, o de las tropas de asalto de Hitler. Si siguen actuando con esta impunidad y no se empieza a actuar para ilegalizar a Vox y a los grupos satélites de ultras que se nutren de ese discurso, quizás nos acordaremos de esta fecha como el principio de la vuelta de las camisas azules en el Estado español.
No sabemos dónde estaba la basura nazi que se ha desplazado a Murcia cuando los empresarios murcianos condenados por pagar a menores a cambio de sexo no entraron en la cárcel; o cuando detuvieron a 14 miembros de una red de explotación sexual y laboral en Murcia; o cuando una mujer murió en una máquina de precalibrado sin tener formación en su uso; o cuando la policía liberó a trabajadoras víctimas de la explotación laboral; o cuando un empresario abandonó a un trabajador en la puerta de un hospital para que muriese allí después de un accidente de trabajo. Y así, un largo etcétera.
¿Por qué estos despreciables no piden, para una mayor integración, que los inmigrantes hagan cursos en los sindicatos sobre sus derechos sociales y laborales, y así poder ejercerlos y que no les ocurran estas desgracias, que son de las pocas de las que nos enteramos?
Intervengan o no las instituciones del Estado – que ya tardan en ser más contundentes con esta escoria -, es urgente organizar el antifascismo para plantar cara a los nazis y fascistas que se atrevan a intentar romper nuestra convivencia y, sobre todo, a enfrentar a nuestra clase trabajadora entre nacionales y extranjeros.
En ese sentido, no podemos permitirnos pasar por alto la composición de las instituciones de los poderes del Estado y del poder económico, posible gracias a la Constitución del 78, que permitió a los herederos del franquismo mantener sus privilegios. De aquellos barros, estos lodos.
Como ejemplo, y para no irnos más lejos, vemos como la misma policía en Cádiz están yendo casa por casa para detener a sindicalistas, mientras que en Torre Pacheco lo que se ve es el compadreo de la policía con los nazis que están apaleando a los que, con su trabajo, recuperaron la huerta de Murcia cuando nadie quería (ni quiere) trabajarla. Seguramente, si no estuviesen de uniforme, estarían de caza con esos mismos nazis.
Otro ejemplo lo encontramos en la magistratura. Tenemos “jueces” como Peinado, que sigue buscando quién le compraba las chuches a Begoña cuando era pequeña, mientras se “despista” en otros casos de la derecha; o como el juez Lobato, con su sentencia en el caso Glovo, que no es más que “el eco de la España facha y casposa”; o como el del juez Lino Rubio, que ha metido en prisión a los 6 sindicalistas de La Suiza… Son los fascistas con toga.
Esta gentuza en nuestras organismos públicos, al actuar con la impunidad que saben que tienen, han desprestigiado hasta tal punto las instituciones que ya no podemos confiar en ellas para gobernar la situación que se nos viene encima. No serán ellos los que nos dé los carnets de buenos o malos ciudadanos.
Si les están dando alas e impunidad a la basura nazi y fascista es porque estamos entrando en tiempos de crisis y van a volver a utilizar – como ya hicieron en España, Alemania e Italia – a estos energúmenos para que los responsables de esta situación sigan manteniendo sus privilegios. Mientras, entre copa y raya de cocaína, como buenos niñatos pijos y malcriados que son, observan cómo nos enfrentamos las clases populares.