Con muy buen criterio y hartos de homenajes post mortem los compañeros de co.bas Tarragona decidieron realizar el pasado 29 de mayo, un acto de reconocimiento a la larga e intensa trayectoria de lucha de nuestro compañero José Estrada Cruz. Al acto, organizado y preparado para que fuera una gran sorpresa, fueron convocados amigos y compañeros de los diversos espacios políticos, sindicales y movimientos sociales en los que, a lo largo de más de 50 años, ha compartido y comparte luchas y militancias. Un reconocimiento más que merecido a un luchador incansable en pro de la causa de la emancipación de la clase obrera, al que nos sumamos desde nuestra revista y que hacemos extensivo a toda la afiliación de nuestro sindicato.
Para quien no conozca a José Estrada, referente histórico del sindicalismo combativo de Tarragona, diremos que nació en el Fernán Caballero (Ciudad Real) el año 1945. Hijo de Alejandro y Engracia. Su padre, fue un hombre de izquierdas que en el verano de 1936 se alistó en el ejército republicano para combatir el fascismo en el frente de Madrid.
De bien pequeño, José comenzó a trabajar en las faenas del campo, hasta que la familia se vio forzada a emigrar a Madrid a causa de una mala cosecha. Allí empezó como aprendiz de vidriero, oficio que abandonó para iniciar su carrera futbolística al ser fichado por el Real Madrid, llegando a jugar como profesional en el Marbella, hasta que una lesión acabó con su carrera deportiva.
En 1971 llegó a Catalunya, procedente del municipio de Campo de Calatrava. Fue destinado a Tarragona, al entrar a trabajar en Standar Eléctrica. En esta ciudad, echó raíces y fijó su residencia. Eran los años finales de la dictadura franquista: el régimen se tambaleaba y, por ello, se reprimía con más fuerza y saña, si cabe, las luchas de un nuevo movimiento obrero, que se había convertido en la vanguardia de la lucha antifranquista. Fue en este contexto histórico, donde las detenciones, las torturas e incluso la muerte estaban al orden del día, cuando Jesús Estrada comenzó a desarrollar una intensa actividad política y sindical.
Pronto ingresó en aquellas primeras Comisiones Obreras, participando activamente en la organización de huelgas, piquetes, reparto de propaganda clandestina. Tras la muerte de Franco jugó un papel clave en la primera huelga general de la construcción en España, que tuvo lugar entre el 26 y el 30 de abril de 1976, y en muchas otras movilizaciones en el ambiente de fuertes tensiones sociales y políticas que acompañó la transición.
En 1979 fue nombrado secretario general de Tarragona de las ya legalizadas CC.OO. Ese mismo año, tras la celebración de las primeras elecciones municipales, entró a formar parte como regidor electo del Ajuntament de Tarragona en las listas del PSUC, asumiendo la Regidoria de Joventut i Esports. Para entonces ya había formado una familia, junto a su compañera Marisa Cañón, su hijo Alberto y su hija Laia Estrada, actual diputada del Parlament por la CUP.
No duró mucho en el cargo. Las contradicciones entre la lucha sindical contra el elevado índice de paro, que en aquel momento era el principal problema de la ciudad, y la falta de respuesta de un ayuntamiento incapaz de articular políticas sociales efectivas, le hicieron ver pronto los límites propios de la política institucional. Coherente consigo mismo y guiado por su carácter enérgico y apasionado abandonó el cargo solo medio año después.
Esta lucha decidida contra el paro – como todas las que ha dado a lo largo de su vida – le costaría el ingreso en prisión en 1991, cuando el Tribunal Supremo lo condenó a seis meses de reclusión por unos incidentes sucedidos en diciembre de 1983, durante una manifestación del Comité de Parados que derivó en enfrentamientos con la Guardia Urbana.
No era la primera vez que estuvo privado de libertad: durante el franquismo fueron varias las ocasiones en las que fue detenido. Tampoco fue el último proceso judicial en el que se vio envuelto por estar en primera línea en las luchas sociales y políticas que desde entonces se han ido sucediendo y en las que estuvo siempre presente: el movimiento contra las guerras, la lucha por el derecho a la vivienda, a la Sanidad Pública, el 15M, la lucha contra la represión por el 1 de Octubre, la solidaridad con Palestina, además de todas las luchas obreras propias de su compromiso sindical.
Hombre de firmes convicciones ideológicas, cultivó la formación política con la lectura crítica y no dogmática de los clásicos del marxismo en relación con los problemas actuales. Tenía claro que los partidos y sindicatos no son un fin en sí mismo, sino herramientas para la organización de la clase obrera, y dejan de tener sentido cuando ya no cumplen o abandonan los fines para los que fueron concebidos.
Convencido de ello no dudó en abandonar su militancia en el PSUC, iniciada a comienzos de los años 70, cuando en 1982 se produjo la escisión que dio lugar a la creación del Partit dels Comunistes de Catalunya. Y en 1993, también abandonó las CC.OO. que él mismo había ayudado a fundar en Tarragona.

Después de su salida de CC.OO., ingresa en la CGT donde también fue escogido secretario general de Tarragona y desde hace más de 15 años forma parte destacada de nuestro sindicato en Tarragona.
De las muchas y emotivas intervenciones que sus amigos y compañeros le dedicaron en el acto de homenaje, queremos recoger dos de las que mejor lo definen. La primera, la de su gran amigo y camarada Eudald Carbonell, arqueólogo y antropólogo, que lo definió como «un comunista biològic, una actitud vital contra les injustícies que es té o no es té», y las palabras de Josep-Lluís Carod-Rovira, «José Estrada és d’aquella mena de gent que mai no plega i pertany a la categoria humana d’aquells que sempre hi són, en defensa de les causes que considera justes».
Estas definiciones explican de forma clara quién es y por qué José Estrada, a punto de cumplir 80 años y con un excelente estado de salud, sigue siendo un referente del sindicalismo combativo y del activismo social de Tarragona.