El dilema (1999) y Spotlight (2015).
La libertad de prensa es el derecho de los medios de comunicación a difundir información sin censura ni interferencia, y es el derecho de la sociedad a recibir esa información. La teoría dice que nadie – sea una persona, una organización pública o privada, o incluso un gobierno – puede interferir en el contenido de los medios antes de su publicación, ni impedir el acceso a documentos o fuentes oficiales para la elaboración del trabajo informativo.
Sobre este tema no puedo dejar de recomendar el visionado de dos grandes películas: El dilema (1999) y Spotlight (2015).
Ambas películas ficcionan hechos reales y ambas narran cómo la libertad de prensa puede ser atacada y lo importante que es su salvaguarda para una sociedad democrática.
En El dilema un importante científico de una gran tabacalera norteamericana decide romper su código de confidencialidad para denunciar en el programa 60 minutos, el informativo de mayor audiencia del país, el peligro, por entonces no demostrado oficialmente, de la adicción al tabaco. La tabacalera no se quedará de brazos cruzados e iniciará una trama de acoso y hostigamiento contra el informante que verá dañado su nivel de vida, su estabilidad familiar e incluso su salud psicológica. La película acabará demostrando que los auténticos héroes no llevan capa, ni tienen superpoderes, sino grandes y enormes principios.

En Spotlight, se narra como un equipo de reporteros de investigación del Boston Glove saca a la luz la existencia de una enorme red de pederastia cometida durante décadas por curas del estado de Massachusetts, y cómo la Iglesia Católica crea todo un complejo sistema de actuaciones físicas y legales con el objetivo de ocultar estos hechos. A raíz de su publicación en las Navidades del 2001, comenzaron a destaparse muchos más casos análogos en múltiples ciudades de todo el mundo, llegando a ser el mayor escándalo en la historia de la Iglesia Católica.

El nexo que une a ambas películas es la férrea voluntad de una serie de personas para destapar la basura oculta bajo la alfombra de las grandes corporaciones y la respuesta estructural de estas para mantener sus privilegios. De una tabacalera no me sorprende. De la Iglesia… tampoco.
Manolo Prieto